Viento del Noroeste - Asturias y Galicia

La idea principal de éstas vacaciones era olvidar la roca por unos días, disfrutar del mar, del sol y de la buena gastronomía. Lo que no entraba dentro de las previsiones era un constante viento del Noroeste que nos trajo sendos maretones.

El periplo comenzó en Santa Gadea, dos días de bloque tranquilo aprovechando para tirar una fotillos y estar con los amigos. Después de el finde pusimos rumbo a Asturias para pegarnos una semanita intensa de olas.

Se unieron Rafa y Su, y recorrimos toda la zona del Cabo de Peñas en días sucesivos buscando un playa un poco al resguardo del intenso oleaje y del puñetero viento.
Descubrimos una pequeña joyita, la playa de Xivares, que si bien fuera del entorno surfero no merece mucho la pena, como refugio de orientación Este, nos libraba del maretón y nos dejó surfear unos días muy chulos.

Cuando amainó un poco el oleaje aprovechamos para ir a Verdicio y Salinas, encontrando el mejor y más intenso día de surf del viaje.
Por la mañana en Verdicio la cosa estuvo muy bien, olas bastante grandes, pero medianamente ordenadas. Eso sí la remontada hasta el pico fue épica, ni el Madrid de las grandes noches...
Qué paliza, pero remamos como titanes y allí nos plantamos.
Por la tarde en Salinas la cosa andaba ya más tranquila y rematamos un día memorable.
Para el finde "arrivó" Isa, y la llevamos de turisteo. Gijón, Cudillero y las playas más señaladas de la zona.



La semana siguiente tocaba Galicia, tierra indómita. Creo que hay pocos sitios en el mundo en los que me sienta tan agusto.
Pero la suerte volvió a jugar en nuestra contra, y otro temporal del Noroeste azotó toda la semana. De camino a Sada, en Pantín, pudimos disfrutar una tarde memorable con un maretón con olas de más de 5 metros. Inmensos monstruos batían contra las rocas y la playa.

Con ese panorama el tema surf se puso un poco peliagudo, así que decidimos darmos al mejillón y a la sardina. ;-)
Visitamos la parte más oriental de la Costa da Morte, por la zona de Muxía, Ponteceso, y Baldaio.
Y como siempre Galicia no defrauda, "ensebre" hasta médula, inhóspita y acojedora a la vez, tierra de luz infinita.