20 agosto 2007

4 Horas...

Dicen, que muchas veces, para apreciar lo que te rodea y saber disfrutar de la vida, tienes que vivir una experiencia límite.

Yo encuentro, que muchas otras de éstas experiencias te vienen dadas por la contemplación del mundo que tenemos al alcance.

La semana pasada, después de una noche de risas por Coruña, y una mañana de resaquilla, la intención era pillar las tablas e ir a Bastiagueiro. Pero como el mar estaba tan fuerte y los cuerpos resacosos ya se sabe que no rinden muy allá...

Decidimos ir de turisteo y verz el "estado de la mar". La espumas saltaban brutalmente ya dentro de la Ría, cómo no sería fuera.

Destino Doniños...
Playa mítica surfera e inmenso arenal rodeado de un entorno natural bellísimo.
La sopresa fue ya al bajar hacia el aparcamiento. Un carcajada de asombro, alucinamiento e incredulidad.

Dios! que es lo que está pasando!!!

Para!

Para!!

Más risas...

No puede ser... que bestia!


Aparcamos el coche y decidimos bajar hasta la arena.

Despacio, con la mirada perdida, como sin entender lo que estaba pasando, caminamos despacio sobre la arena fría y la brisa húmeda alimentada por el tremendo batir del oleaje.

Al fondo, sobre la entrada de la Ría de Ferrol, golpeaba el mar y leventaba espumas casi imposibles.

Más al fondo, con una luz difusa y oscura como de tormenta, se vislumbraba la Torre de Hércules. Galicia tierra salvaje.

Decidimos pasear hacia el Faro, adentrándonos como una lengua sobre el mar, para poder apreciar más de cerca el espectáculo. Caminamos despacio, observando, sorprendiéndonos, difrutando...

Al rato nos detuvimos en una punta desde donde se veían las olas enormes enfrente nuestro, casi se podían tocar con la mano, pero no, tan bellas como ingobernables.

Sentados charlamos, cómo no, sobre la vida y sobre las mujeres. El paso del tiempo y el porqué de las cosas.

Sin darnos cuenta habían pasado ya casi cuatro horas, un segundo en el tiempo, una marca en la retina. Estuvimos allí y lo vivimos. Un espectáculo natural de tales dimensiones te hace reconsiderar lo pequeño que eres, la liviandad de la existencia y lo sencillo y básico que tiene que ser todo para ser bello.



No hay comentarios: